Casa para Hortensia es un proyecto de interés social que nace del cambio; su misma esencia es una evolución tanto programática y funcional, así como estética y conceptual. El proyecto inició como un pabellón, una arquitectura meramente efímera. Irónicamente, la perpetuidad que buscó la casa tiene sus orígenes en la fugacidad de un par de tabiques, que juntos formaron el Pabellón ( ).
El pabellón se presentó en Mextrópoli 2018 junto con otras oficinas de arquitectura; se pensó como un espacio de contemplación y reflexión. Este umbral efímero contuvo dentro de si un volumen perfecto a un cráter; fue nuestra interpretación de la destrucción a causa de los sismos del 2017 en México. Muros perfectos y ortogonales de tabique contuvieron dentro de sí a una bóveda invertida sin ninguna techumbre, dentro de la cual el usuario es contenido; donde la reflexión y el recuerdo toman el escenario principal.
Como símbolo, el pabellón se comprometió no sólo con la memoria de la catástrofe y su eco perpetuo, sino también con la acción del cambio. Fue una analogía de la destrucción, y en su transformación revirtió su significado y reconstruyó el espacio devastado. Después de su corta vida, decidimos donar sus tabiques y desarrollar, junto con el apoyo de aliados que donaron otros materiales, un plan de desarrollo de vivienda social en el pueblo de San Gregorio, para aquellas personas cuyos hogares fueron severamente afectados por los sismos. Es así, bajo un claro deseo de transformación y resignificación, que Casa para Hortensia se convirtió en la primera casa que construimos, y abrió paso para la futura construcción de Casa para Saúl y Casa para Isabel.
La casa, ubicada en un barrio vulnerable para la señora Hortensia y su familia de cuatro, busca ser honesta y contundente. El terreno rectangular con colindancias en tres de sus lados, fue la pauta para generar patios con vegetación que rodean la casa y contribuyen a la iluminación y ventilación natural. La planta con un esquema en forma de “U” permite que luz natural del norte entre a aquellas zonas de la casa que por su naturaleza se mantienen públicas y compartidas. Hacia el sur, las tres recámaras privadas forman el núcleo íntimo de la casa y son iluminadas por esbeltas ventanas de piso a techo, así como por tragaluces en la azotea de la casa.
Para esta casa el cambio y la evolución están intrínsecamente atadas a sus muros de ladrillo y castillos de concreto. Es un proyecto de 36 m2 que además de mirar hacia el futuro, hacia sus posibles cambios y alteraciones que con el tiempo seguro vendrán, también mira hacia el pasado. Un proyecto que en sus mismos muros nos recuerda a un pasado duro y destructivo; un proyecto donde su propio material nos habla del poder de la arquitectura y el cambio que ésta vive constantemente. Una casa donde el mismo sentido de vida de sus habitantes se refleja en los muros que la sostienen: resignificación ante cualquier adversidad.
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