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Habitar la Cuenca es un espacio dedicado a la interpretación de uno de los centros urbanos más importantes de la humanidad: México Tenochtitlan. Lo componen dos salas: Una inmersiva, de doscientos metros cuadrados de proyección de video y catorce salidas de sonido; y una descomunal maqueta de la Cuenca Central de México acompañada por una línea del tiempo animada, que recorre la historia de la vida de la zona.

Es un proyecto transdisciplinario, creado a partir de acuerdos entre múltiples narrativas, en las que conviven todo tipo de ideas. Arquitectas, antropólogas, ingenieras, museógrafas, geógrafas, químicas, físicas, matemáticas, cineastas, historiadoras, músicos, artistas plásticos, actores y escritores ordenaron la información valiéndose de recursos y lenguajes preexistentes, y otros descubiertos en el camino.

El proceso creativo nació gracias la idea de sincronizar sencillas computadoras portátiles. Eso posibilitó el concepto de un espacio tapizado por videos de formatos gigantes. Al mismo tiempo, la sala dedicada a la Ciudad de México en el Museo de las Ciencias Universum necesitaba una renovación, y dicha tecnología permitió sustituir la impresión de un mapa de ubicación, por la proyección de una fotografía satelital en alta resolución.

Una vez concebido el espacio – y gracias a la innovadora técnica de creación de maquetas a partir de impresión láser- se decidió interpretar la zona geográfica en un plano físico, a otra escala, para proyectarle la evolución de la superficie habitada; y a esta idea, para darle contexto histórico, se le sumó la línea del tiempo que rodea a la maqueta.

En la sala inmersiva faltaba un concepto que pusiera al espectador en un nivel de atención correspondiente con la magnitud y la fineza de los estímulos; así que, recurriendo a la materia prima del arte fílmico, el tiempo, surgió la posibilidad de convertir el espacio en Ilhuicáhuitl (en náhuatl: “el tiempo divino”), una máquina del tiempo.

Para realizar el viaje, un vasto equipo de producción aprovechó la cuantiosa investigación histórica y museográfica, para desarrollar un guion tan didáctico como emocionante.

El toque final, lo que sostiene al espíritu de la sala, está en la composición musical/atmosférica, creada con grabaciones de sonidos incidentales e instrumentos que representan a todas las culturas que han nutrido a la zona. Es gracias a este diseño sonoro que el público inconscientemente se pone en alerta, atento a los mensajes y al llamado a una aventura. Las salas son claras, y presentan cantidad de datos concretos que conviven con detalles que invitan al cuestionamiento, la reflexión y la profundización.

Desmenuzar el tiempo, el espacio y las sociedades que han habitado la Cuenca Central de México, deviene de un compromiso y un cuestionamiento urgente: ¿Cómo garantizar el equilibrio y la sustentabilidad? ¿Cuáles son los grandes riesgos que corremos y los retos que enfrentamos en el corto plazo?

Esta gran mancha urbana, esta única zona de lagos salados y volcanes activos, merecía un espacio de estudio así, para conectar al usuario con su hábitat y su historia.

MX128
Nombre de la obra: Habitar la Cuenca
Clasificación: F.1 Cultural
XVI BNAMX
Ubicación: Ciudad de México
Autoría del proyecto: Arq. Daniel Enrique Filloy Ring
Fotografía: Emilio Espinosa Cruz-González

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