El Pabellón RH surge del encargo de habilitar un espacio para albergar una colección de autos, un gimnasio y un pequeño spa como complemento de una vivienda existente. El proyecto se plantea como un pabellón alargado longitudinalmente dividido en dos niveles de acuerdo a sus usos, la planta baja responde a la escala del auto y a la función de exhibir y la planta alta responde a la escala del hombre y a la función de contener.

El módulo que rige al proyecto proviene de las dimensiones estándar de un auto y se repite nueve veces para alojar ocho autos y un lobby que integra una escalera helicoidal para subir a la planta alta. El concreto aparente en planta baja reafirma la cualidad portante basamento, mientras que los masivos volúmenes de la planta alta se recubren de cantera gris para armonizar el contraste entre los vacíos y los llenos.

La estructura de la planta baja fue concebida de manera integral con el proyecto de iluminación, aprovechando las trabes aperaltadas hacia abajo para alojar un plafón luminoso que emite una luz uniforme y difusa. En planta alta la luz natural es la protagonista al bañar los espacios desde los domos que rematan las cubiertas inclinadas.

El Pabellón RH deviene de las dicotomías que presenta su programa, integrándolas sin dejar de ser congruente con cada uno de los usos que aloja. La introspección de una sala de masaje convive con el exhibicionismo de una galería de manera ordenada, cumpliendo cada espacio su propósito para el disfrute del usuario.