Debido a su ubicación y cercanía, el departamento brinda homenaje a la Isla de Sacrificios en dos formas. Por imitación se roba los colores emblemáticos del faro utilizándolos como base; y por contraste conceptualiza la condición donde la arquitectura del faro se encuentra rodeada por naturaleza y la contrapone mediante la introducción de un Guayabo rodeado por su entorno construido. Esto genera una vinculación directa con el elemento más importante del entorno marítimo veracruzano, borrando así los límites físicos del departamento.
El espacio se organizó en dos áreas, pública y privada enlazadas a través de dos túneles que abrazan la circulación vertical y la infraestructura del edificio, funcionando como fronteras para unificar las dos facetas del programa y su conexión con el exterior. Esta simbiosis nos permite poder recorrer todas las áreas del departamento de forma eficiente y fluida, ya que se encuentran en el centro geográfico del departamento.
La calidad y cantidad de luz natural que lo envuelve, pinta y transforma el ambiente de este espacio monocromático dependiendo de la hora y del día, enriquecido por las cambiantes y coloridas vistas, permitiendo de esta manera, enmarcar sin competir, la magnitud de las vistas y la singularidad de las piezas de arte y amueblado.
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