La música y los festejos juegan un papel fundamental en la vida cotidiana de Nacajuca, tanto en la danza del pochó de arraigo mesoamericano como en las manifestaciones contemporáneas.
El nuevo Centro Comunitario reutiliza la cimentación del edificio preexistente y brinda un espacio digno para los encuentros sociales del pueblo, con una planta libre de 32m de largo por 24m de ancho y un núcleo de servicios con bodegas, baños y cocina para eventos, que en planta alta funciona como mezanine para talleres o escenario para bandas locales.
En espejo al centro Centro Comunitario, conformando una rambla pública entre ambas edificaciones, la nueva Escuela de Música voltea hacia un arroyo lastimosamente sucio. Sus muros portantes están alienados al ritmo de la estructura preexistente del Centro Comunitario de tal forma que al abrir todas sus puertas es posible atravesar con la mirada todo el conjunto en el sentido transversal. La Escuela de Música se conforma por ocho salones, una cafetería, baños y administración, y gracias a la inclinación de su techumbre cada uno de estos espacios cuenta con doble altura y un cancel superior para observar la copa de los árboles. El conjunto es la primera edificación del poblado en arrojar agua limpia a los ríos, a través de un sistema que culmina con una serie de humedales de tratamiento. Pretendemos demostrar cómo es posible otra aproximación a los cuerpos de agua.
Se construyeron espacios amplios y bien ventilados, con madera local de coco, tabique y teja de barro, para aportar calidez, frescura natural y buena acústica.
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