El desafío consistía en aprovechar al máximo el terreno de manera transversal y adaptar una casa familiar, que abrazara el paisaje tropical además de fomentar un ambiente de carácter social y festivo, siempre tomando en cuenta las condiciones climáticas de la región. Nuestra respuesta fue diseñar una composición simple y organizada de volúmenes, interconectados y transparentes, que integrara los espacios interiores con las vistas al río adyacente.
La distribución del programa valora la incidencia solar y con solamente dos fachadas con posibilidad de vistas favorables hacia el exterior, se desarrolló un proyecto que se apodera al máximo de la entrada de luz natural hacia el interior. La forma arquitectónica explora la idea de terrazas protegidas, repisas y voladizos en un intento de permitir que todos los espacios se vuelquen hacia el exterior enmarcando las visuales que se extienden hasta el horizonte. El resultado es una estructura que presenta una clara división jerárquica y programática con distintos volúmenes que inician un movimiento de expansión y compresión en alturas de losas definiendo las diferentes actividades y grados de privacidad.
Al ingresar a la casa el volumen principal elevado funciona como área social y articula las zonas de descanso y servicios, distribuido de forma que permite una fluidez espacial total, visualizando el paisaje en todos sus ambientes. Desde la sala se puede acceder a una terraza exterior diluyendo los límites de estos dos espacios para formar una gran área social donde el espacio interior y exterior se desdibuja en uno solo.
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