Descripción del proyecto
En el corazón del Valle de Guadalupe, B.C. encontramos Casa Gaia, circundada de viñedos, olivos, cítricos y abejas.
Las encomiendas de diseño fueron simples: la vivienda es la obra de arte, que en armonía con la naturaleza austera de su entorno representa un oasis de silencio, de luz y sombras que llegan, inesperadas, para vivir las estaciones y sus cambios.
Respetuosos del frágil ecosistema de la región, Gaia, con sus muros de tapial compactado artesanalmente, emerge de una ladera y nos brinda un patrón de franjas de tierra diversas, como su propio origen: las que resultan de la excavación de los cimientos, de las nivelaciones requeridas por el diseño, por la ubicación y otro tanto provenientes de sitios locales.
Una franja horizontal color ocre, toda extraída del propio terreno, da una vuelta completa a la casa recordándonos la importancia de conocer y honrar la procedencia de lo que consumimos. En la galería principal, durante los equinoccios, el sol proyecta un círculo perfecto, un reloj ancestral perforado en su loza.
Orientada de sur a norte, se vive de lo más público a lo más privado caminando de izquierda a derecha su único nivel, lo que la convierte en un espacio fácil de andar y de vivir. El paisaje de la Sierra Blanca hace de sus vistas un privilegio diario y los vientos dominantes que fluyen hacia su interior por ambos extremos, funcionan como una máquina de viento.
En su interior los muros de tapial acentúan el efecto de transición y tensión espacial por medio de una galería en rampa ramificada que conduce a espacios interconectados donde se libera la tensión y se obtiene transparencia. Cada espacio se dispone para contemplar un paisaje distinto, predominantemente hacia el este, donde los atardeceres casi siempre entre morado y rosa proyectan su luz sobre la sierra y el paisaje se convierte en una obra de arte más.
Cubiertas voladas de vigas de acero y duelas de madera permiten el paso de la luz indirecta que ilumina naturalmente el interior haciendo de su arquitectura una obra plástica, una escultura de tierra atrapada en el tiempo donde el arte habita dentro del arte.
Casa Gaia es dual en su esencia, el área social donde late el fuego de su cocina, es amplia y sin obstrucciones, se brinda a los que la viven con generosas vistas y el íntimo ritual de preparar lo que comemos, se vuelve un regalo. En su otro extremo, Gaia es ferozmente privada.
Diseñada de afuera hacia adentro para ser habitada de adentro hacia afuera, Gaia es un espacio donde el arte, el contexto social, la naturaleza vitivinícola del Valle, la mano de obra local y el esfuerzo colectivo, resumen la arquitectura en su más fiel bosquejo.
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