El proyecto se encuentra cerca del parque ecológico Chipinque en Monterrey, un paisaje urbano dominado por la Sierra Madre.
El concepto de la casa surge de cuatro grandes árboles que encontramos ya habitando el solar. La arquitectura de la casa los envuelve, los arropa, los enmarca, los viste y los ensalza. Los árboles, ahora embebidos en la casa, habitan nuevos espacios.
Cada una de las estancias de la casa se extiende en un espacio exterior que le corresponde y le amplía. Los espacios de la casa quedan delimitados y enmarcados por unos muros que se desligan y flotan, extendiéndose hasta el jardín. Esta composición constructivista permite leerlos como elementos independientes, plásticos, desdibujando la volumetría exterior de la casa.
Admiramos y apreciamos el uso de color en la arquitectura mexicana, desde la arquitectura vernácula, a los maestros Barragán y Legorreta, y lo incorporamos en estos muros.
La casa se organiza en tres alturas, y la gran pendiente del terreno permite se entra por el piso intermedio, quedando el piso bajo a cota del jardín pero parcialmente enterrado.
La cubierta se concibe como un gran cuarto exterior, delimitado por muros y ventanas que enmarcan las fantásticas vistas de los cerros Regiomontanos.
La alberca, junto al asador y al chill-out, convierten la cubierta en el espacio principal de entretenimiento, accesible con una escalera exterior independiente.
En el interior el color ha sido de nuevo el protagonista. El pigmento de cada muro permanece dentro de la casa, reconociendo aún más su autonomía. En algunas estancias se han empleado papeles pintados y, en otras, baldosas mexicanas con patrones geométricos y colores vivos.
Desde el comienzo se han incorporado medidas bioclimáticas para minimizar el impacto ecológico del proyecto. La casa se forma alrededor de varios patios, generados alrededor de los árboles existentes, con una lámina de agua, creando un microclima fresco y ofreciendo luz natural y aire limpio a las estancias interiores.
Las fachadas exteriores están protegidas de la insolación excesiva mediante varias combinaciones de persianas exteriores hacia el este, pantallas verticales al oeste y aleros horizontales hacia el sur.
El semi-enterramiento de los dormitorios aprovecha la gran masa de la tierra que actúa como amortiguador térmico y mantiene estable la temperatura de esta zona de la casa. Los dormitorios quedan expuestos al jardín que da hacia el noreste, la orientación óptima para estas estancias.
También potenciamos el uso de ventilación natural, orientando los huecos para que los vientos predominantes, este-oeste, favorezcan la entrada de aire fresco y evacuación de aire caliente.
La ubicación de la piscina en la azotea contribuye a la amortiguación del sobre-calentamiento de esa zona de la casa.
Para completar el diseño pasivo, se ha desarrollado un plan de aislamiento térmico. En el interior de la casa, seleccionamos electrodomésticos de bajo consumo y sistemas de iluminación eléctrica basada en tecnología LED.
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