La Escuela Bancaria y Comercial está ubicada al norte de Mérida y es el segundo campus de esta institución en esta ciudad; el nuevo edificio se encuentra en una zona en crecimiento y busca dar servicio a un mayor número de alumnos.
Para el desarrollo de este proyecto se tomaron en cuenta tres factores particulares que determinaron tanto la disposición del edificio como su materialidad y funcionamiento: el programa, el terreno y las características bioclimáticas de la región.
Las características bioclimáticas de Mérida son extremas: es muy cálido, húmedo y de muy altas temperaturas al sol directo. Los vientos y las lluvias ocasionados por repetidos nortes también son factores que deben resolverse detalladamente. La apariencia del campus —macizo y pesado—, responde a su orientación y a la disposición de los usos que cada volumen alberga. Es prácticamente ciego al sur, oriente y poniente, y completamente abierto al norte, lo que evita la luz cambiante y las altas temperaturas de esta zona del país y busca una luminosidad uniforme para todos los espacios de aprendizaje y trabajo. Su materialidad uniforme está compuesta sólo por chukum, material típico de la región que proporciona durabilidad y es de bajo mantenimiento.
El terreno es rectangular y angosto; 30 x 140 m que en tres de sus lados colindan con vialidades y sólo uno con un futuro vecino. El proyecto se desarrolla bajo un esquema lineal compuesto por seis edificios que albergan un programa fragmentado y acomodado en bloques. Los usos de cada edificio se distribuyen de forma precisa, buscando ordenar el programa de tal modo que activen el espacio público y de encuentro entre edificios, y modular así el campus completo dentro de un reloj de múltiples usos.
La disposición en planta de estos seis volúmenes genera espacios que, como una suerte de plazas, complementan el conjunto. Su ubicación obedece a la orientación y a la incidencia solar: el proyecto opera como un gran muro que genera sombra sobre el espacio público; la plaza central es un espacio de encuentro al aire libre que permanece en la sombra durante la mayor parte del día. Por otra parte, la fragmentación de los volúmenes permite que el viento cruce y genere una ventilación cruzada durante todo el día y, cuando estos son duros, en lugar de oponer resistencia, permite que crucen de una manera fluida.
Estos seis edificios se encuentran acomodados sobre un eje central que conecta en el primer nivel ambos accesos, el principal y el del estacionamiento. En los siguientes niveles, un pasillo lineal de tres metros de ancho y sin interrupciones conecta a través de puentes cada uno de los volúmenes, a veces por su centro y otras veces por sus costados, donde crece a 4.5 m de ancho y funge como paraguas en época de lluvias y ante los fuertes vientos del norte. En los últimos edificios educativos que hemos tenido oportunidad de diseñar hemos fijado nuestra atención no en el espacio construido —los salones— sino en el vacío y las circulaciones, en los espacios que conectan todas las aulas con programas particulares. En este caso, este pasillo que se va deformando en cada nivel de una manera distinta genera un espacio de encuentro fuera del salón de clases.
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