De la mano de dos jóvenes empresarios gastronómicos surge el Museo de la Gastronomía Yucateca (MUGY). La idea nace por la gran admiración y respeto hacia las tradiciones y las recetas ancestrales, y teniendo como fin enaltecer y dar a conocer la riqueza cultural gastronómica que existe en Yucatán; donde nuestra historia y la comida se entrelazan y se enriquecen con rituales, leyendas, arte y costumbres.  El proyecto se desarrolla dentro de una antigua casona en el centro histórico de Mérida. Originalmente convertida en una escuela de danza del municipio, el edificio debía convertirse en el escaparate de la gastronomía yucateca. Un maravilloso inmueble entorno a un patio central, seriamente afectado por las adecuaciones funcionales realizadas para su uso anterior.

El proyecto debía recuperar el inmueble, rescatando, restaurando y acercándolo lo más posible su estado original. Debía aproximarse silenciosa y respetuosamente a la arquitectura de época existente, parecer que nunca fue intervenido; y convertirlo en una atmósfera y experiencia propicia para disfrutar la rica gastronomía local.

La experiencia comienza convirtiendo el zaguán en el vestíbulo y recepción. De este punto se puede decidir por la ruta de museo o restaurante.

El patio principal se convierte en el corazón del proyecto, revitalizado a través de vegetación endémica es acompañado de un corredor convertido en la terraza. El patio central se vuelve escenario para danzas y representaciones regionales. Los salones del restaurante se convierten en una experiencia única contando dos historias diferentes. Los colores y texturas se toman de los recados y condimentos ancestrales yucatecos esenciales para nuestra gastronomía (pepita, recado negro, chile habanero y chile xkatic), cada uno integrándose a la paleta de colores de los pisos existentes. Los plafones cuentan el proceso de industrialización del henequén de manera abstracta.

El primer salón muestra la fibra de henequén en el proceso de secado de la fibra. El segundo salón el proceso de “peinado” de la fibra, para llegar al proceso de hilado en el plafón del tercer salón. El cuarto salón muestra el resultado de los tejidos de henequén.

La crujía oriente se convierte en la pieza principal del patio central, funcionando como remate visual, a través del bar. La contra-barra transparente deja entrever la cocina. La cuarta crujía alberga el museo en el que se explican los procesos y recetas locales.

En el traspatio de la casona se desarrolla la representación de una aldea yucateca ancestral, rodeando la cocina pibil (cocina exterior donde se realiza la cocción de alimentos a través de un horno de leña enterrado, proceso ancestral yucateco), permitiendo a los usuarios redescubrir parte de nuestras tradiciones.