Descripción del proyecto

La museografía para la exposición de la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide en las instalaciones de la Fundación Cartier en París, se trabajó en base a la intervención y el diálogo con la arquitectura del edificio de Jean Nouvel y con los elementos museográficos preexistentes de exposiciones anteriores.

La exposición se divide en cuatro secciones:

La planta baja, dedicada al cuerpo de obra más reciente con imágenes tectónicas y de naturaleza no solo en blanco y negro, sino también a color; está delimitada por una fachada de cristal, es el nivel que se comunica visualmente con el jardín que rodea al edificio y cuenta con dos salas. Estas salas presentaban muros perimetrales preexistentes, los cuales cegaban la visual con el exterior. Un gesto fundamental y contundente de la intervención arquitectónica fue ranurar los muros perimetrales, fisurar la preexistencia para recuperar la continuidad visual hacia el jardín a través de estas “mirillas” que atraviesan el espacio de manera perpendicular en sus cuatro lados. Este gesto, se repite como un eco en la instalación de los muros nuevos de la museografía, con los cuales se subdividen las salas generando ambientes delimitados e íntimos para la apreciación de las obras, y a su vez, creando fugas visuales perspectivadas que atraviesan la planta en su totalidad a través de una secuencia de planos, logrando una sensación espacial de continuidad con entradas de luz natural que en su conjunto, sumado con la materialidad y textura de la arcilla clara de los muros que se retoma del pavimento del jardín, conciben una atmósfera de armonía, serenidad y contemplación.

La planta del sótano, que alberga dos salas más en donde se expone el trabajo histórico más representativo de la trayectoria de la artista. Es una preexistencia totalmente opuesta a la primera, al estar bajo tierra delimitada por muros ciegos, la luz natural no existe más y el blanco y negro se presenta en el total de las fotografías de la retrospectiva.  Ésta ha sido una de las premisas para pensar en el concepto de “crear una cueva”, un espacio donde el perímetro es totalmente obscuro en el cual la intervención museográfica, de la mano de una iluminación puntual en donde el ambiente se rodea de misticismo, logra acentuar las obras más íntimas de la fotógrafa.