Memoria Descriptiva

Cuando se nos hizo el encargo para un almacén con oficinas para una empresa tequilera, en un típico paisaje mexicano de origen volcánico, pensamos que el edificio debía disminuir su presencia para relacionarse mejor con el entorno. Por eso, decidimos enterrar parte de él mediante una gran excavación -una operación típica del Landart– para producir una plataforma donde el edificio pudiera emplazarse. Al tratarse de una arquitectura de producción, utilizamos una forma clásica de lo industrial -la cubierta diente de sierra- resuelta con estructura metálica y diferentes tipos de piezas cerámicas tradicionales. De tal forma, el edificio se presenta como un híbrido que relaciona elementos regionales como la bóveda catalana y los muros de carga de ladrillo, con formas típicas de lo industrial como las armaduras, las columnas metálicas y los grandes acristalamientos en el interior de la nave.

Desde el oriente, el edificio se manifiesta como un “horizonte cerámico”, debido a que su cubierta revestida con elementos de barro se entrega contra la cota natural del terreno difuminando así los límites entre arquitectura y paisaje, anclando al edificio a su contexto volcánico. La cubierta misma y los taludes que se forman con la excavación, al recolectar el agua de lluvia y conducirla hacia los jardines de infiltración, hacen partícipe al edificio de una infraestructura ecológica mayor que se ha diseñado a nivel de plan maestro. Para el resto de las fachadas se propuso una gramática descrita por contrafuertes, muros de carga y las cubiertas diente de sierra. El uso de elementos cerámicos regionales, de piedra producto de excavación y de mano de obra artesanal, además de derramar económicamente en la zona, contribuye a perpetuar el uso de saberes tradicionales, reconociendo una construcción ritualizada propia de nuestra tradición que hace visible con su trabajo el sustrato mineral de la región.