Cienfuegos, el fuego perfecto; fuego protagonista, fuego creador, fuego transformador. Elemento primario presente en la elección de todos los materiales; barro que se transformó en teja, arena que se transformó en botella, madera que se transformó en carbón. Elemento básico y primario que transforma cortes de carne en platillos, y platillos en experiencias gastronómicas que cuentan la historia de un Yucatán moderno, contemporáneo y atemporal. El regreso a las raíces de la cocina, resultó en la exploración de nuestras raíces yucatecas, representadas en el local de diferentes formas y texturas.
Cienfuegos es misterio, misticismo, magia. Presentado a la ciudad como un gran volumen sólido, permanente, imponente… como una caverna, una caverna donde los que la visitan serán partícipes de los elementos primarios de la cocina y de la transformación de los mismos.
Los muros principales, uno de gaviones de piedra volcánica y el segundo compuesto setenta y cinco mil tejas negras colocadas una sobre otra, nos recuerdan al carbón al momento de aproximarnos al restaurante desde el exterior. Ambos muros envuelven la totalidad del restaurante, convirtiéndose en un volumen que expuesto al sol llena de sombras la piel exterior, generando una fachada lúdica y cambiante. El muro de gaviones en particular se espera sea cubierto por vegetación, la cual se apropiará de la fachada poniente y ayudará a abatir el calentamiento solar.
El acceso principal se sitúa justo en donde se encuentran los dos muros envolventes, donde el usuario es recibido por una gran puerta de granito y una pequeña placa que da la señal de bienvenida, que indica la llegada a Cienfuegos.
Al pasar la puerta, dos elementos de diferentes texturas y formas marcan el pasaje, y anticipan que algo está por suceder. Uno de los elementos es una celosía curva conformada por tejas entrelazadas que permiten filtrar la vista hacia el salón principal; el otro es el muro de gaviones de la fachada. Este espacio de transición entre exterior e interior es intervenido intermitentemente con humo, el cual juega con los haces de luz, y entre ambos nos generan una experiencia única. En el plafón se dejan ver indicios de que algo sucede del otro lado de la celosía, ya que unas maderas son guía para continuar con el recorrido.
El recorrido desemboca en la buena espera, una antesala que contiene un altar pétreo presentado en forma de barra conformada de grandes bloques de piedra de la región, la cual en su cara superior cuenta con un sistema para prender fuego y transformar bebidas en vivencias, en experiencias.
El protagonista del espacio es el plafón de madera, mismo que se deja apenas ver en el pasaje de entrada. Este plafón abraza la buena espera y el resto del salón principal de una manera orgánica, cuyas formas están inspiradas en las raíces de los enormes álamos que recorren las cavernas yucatecas en busca de agua.
A partir del salón principal se puede acceder a las diferentes áreas: la terraza, la cava, la cueva y el estanque; cada espacio cuenta una historia diferente.
La terraza es un espacio dominado mayormente por un muro flotante cuya función es albergar las cavas privadas de los clientes, espacio cuyo propósito es acoger a las personas que buscan un ambiente más jovial. El plafón de madera evoca las ondas que produce el fuego en una hoguera, y a su vez, es una muestra de transformación de un material natural a una pieza geométrica. Las ondas del plafón dirigen la vista a un patio con flora yucateca.
La cava es un volumen de cristal rodeado por botellas de vino de la casa, el cual fue pensado para eventos privados. La mesa, conformada por el tronco de un gran árbol cortado por la mitad, alberga alrededor de catorce personas. Este espacio fue pensado en conjunto con un somelier, espacio enfocado para generar experiencias multisensoriales con sabores, olores y texturas únicas; el piso en esta zona es mate y rugoso, ya que el brillo de las botellas es el protagonista del espacio.
En el remate posterior se encuentra un muro movible de madera quemada y piezas irregulares, el cual da la ilusión que el restaurante termina ahí. Sin embargo, al mover el muro y desaparecerlo en su totalidad, se encuentra la cueva. Un espacio civilizado dentro de esta historia, el único que contiene piezas de decoración, un refugio de uso flexible cuyo remate es un gran muro de piedra que a través de momentos congelados, hace presente al espíritu de Cienfuegos.
El estanque es un espacio de reflexión, un espacio solitario ajeno al resto del proyecto al cual se accede a través de una cortina conformada por raíces representadas por sogas, un vestíbulo para lavarse las manos y para acceder a los baños que nos recuerda de manera visual y sonora a la oscuridad de las cavernas y al sonido que genera el agua al caer a los cenotes. La reflexión no solo es interior, el espacio completo está cubierto por paneles negros reflejantes que permiten ver la silueta de los usuarios con ayuda de lámparas de filamento expuesto.
Bienvenido a lo primario, a la raíz; bienvenido a Cienfuegos, el fuego perfecto.
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