Memoria Descriptiva
Volga fue concebido como escenario de experiencias multisensoriales, armonizadas por la fusión de arquitectura, arte y gastronomía para ofrecer momentos de asombro, cobijo y fiesta a sus diversos públicos.
La ubicación del terreno en una calle angosta, y circundada por edificios de oficinas y servicios que privarían de cualquier vista, sugería un edificio introspectivo. Condición poco convencional que inspiraría un hotel de expectativas desafiantes.
El foco sería su núcleo abierto en forma de U que se extiende desde el sótano hasta el rooftop. Un vano de libre altura donde convergen las habitaciones en torno a un núcleo social ubicado en el sótano, como alusión a los tradicionales claustros coloniales y las vibrantes vecindades mexicanas. Las amenidades y circulación vertical del edificio quedarían en la fachada, subvirtiendo la hermeticidad aparente del edificio para pautar un diálogo que permite vislumbrar, sin revelar por completo, la vitalidad de su interior.
En su fondo, el patio del atrio central escenifica una instalación artística en su piso, autoría de la artista contemporánea Perla Krauze. Trasladando un cuerpo de obra que explora la historia geológica de El Pedregal al núcleo social del hotel, para dialogar con la tectónica del edificio, su materialidad, y su vínculo con la topografía volcánica de la Ciudad de México.
Sobre cualquier tendencia, el proyecto procuró la economía de recursos y la atemporalidad como plinto arquitectónico. Siendo la sobriedad de su interior resultado de la teatralidad de su propia arquitectura, exaltada por acentos que dotan de protagonismo a algunos elementos distintivos de su diseño. El resultado es un sincretismo entre arquitectura, estructura e interiores. Un diseño que simultáneamente engloba la estética del proyecto con la funcionalidad de su estructura para dar paso a una atmósfera contemporánea, que articula elementos del brutalismo y el minimalismo para crear una experiencia de hospitalidad urbana inédita
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