San Blas es uno de los pueblos históricos de la Riviera Nayarita, es un poblado rodeado de manglares y estuarios naturales como la Reserva de la Biósfera Marismas, un lugar donde llegan más de 300 aves migratorias al año. Fue el punto de partida de la expediciones españolas del siglo XVI para explorar el Pacífico norte así como parte de la ruta comercial de la Nao de China hasta el siglo XIX, de aquí el valor histórico y cultural que este muelle representa para el estado de Nayarit y el país.
En el 2021, el gobierno federal decide transformar las Islas Marías, una antigua prisión de alta seguridad, en un nuevo destino turístico, siendo San Blas un puerto a solo tres horas de este conjunto y convirtiéndose así en el Recinto Portuario para el nuevo ferry.
A través de la SEDATU (Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano) y del Programa de Mejoramiento Urbano que esta encabeza, se realizó una intervención en varios espacios públicos entre ellos el Muelle de San Blas que integra en su programa el puerto para el ferry y lanchas con servicios turísticos, un parque público y lúdico para niñas y niños así como zonas comerciales y mercado de artesanías.
Inspiradas por los antiguos barcos de madera presentes en la zona, por la memoria histórica de los ¨ojos de dios¨ huicholes y por las marismas nayaritas, fantástico paisaje de agua, vegetación y manglares, diseñamos un gran hangar de más de 1700m2 capaz de recibir los espacios de espera, áreas de comedor y una cancha de usos múltiples, bajo una cubierta cuya geometría, un tanto nostálgica y al mismo tiempo eficiente, resuelve las cargas gravitatorias y de viento, con un sistema de estructura metálica ligera a base de vigacables y dos pieles de madera de eucalipto.
A nivel de suelo y conformando un parque público de más de 14,000m2, una composición de líneas con finos cuerpos de agua brotante que promueven la frescura y el refresco de los visitantes, acompañados de jardines de lluvia con tules y piedra bola local y pasajes que se mueven inspirados en las olas y los barcos, creando espacios lúdicos y áreas de espera bajo la sombra de árboles nuevos y existentes, o bien bajo pórticos hamaqueros definidos por estructuras de barro local. La cromática del complejo se define por el ocre de la madera y los tonos rojizos del barro y el concreto de color que cambia su textura y sus patrones a lo largo del paisaje. El límite de la tierra lo define piedras volcánicas de la zona que diluye los límites entre el agua y el mangle y entre el agua y el tránsito del visitante.
Este conjunto estará conectado al nuevo centro cultural de la Antigua Aduana y por una calle semipeatonal a la plaza pública y al ahora renovado Templo de Fátima.
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