Memoria descriptiva
Este proyecto en Cuernavaca surge para un conjunto habitacional comunal en el que, desde el año 1982, trece familias conviven dentro de un terreno de 12,500 m2. A lo largo de 40 años este lugar ha visto pasar dos generaciones y ahora recibe a la tercera.
Nuestro proyecto se inserta en el núcleo del sitio, con la premisa de ser un espacio donde puedan habitar las familias en armonía entre ellas y con la naturaleza. Vegetación rica y árboles centenarios habitan en este terreno, pues solía ser un vivero antes de convertirse en vivienda comunal. Son algunos de los mismos habitantes quienes han impulsado y diseñado este nuevo espacio recreativo, sembrando y manteniendo cada vez más especies.
La estrategia de diseño busca difuminar los límites entre el interior y el exterior. Largas losas de concreto se sobreponen en espacios abiertos, desafiando la gravedad, para proporcionar cobertura, pero no confinamiento. Los espacios interiores tienen fachadas integrales de cristal, para disfrutar de la afortunada naturaleza desde dentro. La estructura conserva losas aparentes de concreto, que dan paso a algunas palmeras, las que envejecerán atemporales en consonancia con la naturaleza. Las cubiertas de soportan sobre pilares de acero que se organizan con la intención de delimitar el programa y sus diferentes espacios, generar espacios íntimos y permitir a la vegetación crecer entre ellos.
El edificio fue cuidadosamente diseñado para insertarse sutilmente en el suelo, con una cimentación que lo enraíza pesado en el sitio, pero termina ligero en plataformas en voladizo sobre la piedra, el jardín y la vegetación. Con el paso de los años, el diálogo entre arquitectura y paisaje provocará la percepción de que el edificio levita sobre plantas.
El proyecto y su arquitectura se identifican con su sitio y la pequeña comunidad que lo trajo a la realidad.
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